Qué mejor manera para tomar decisiones que evaluando el riesgo
Manuel Selma – Gerente de Mejora de los Procesos
Es en la revisión de 2015 cuando ISO 9001 introduce el análisis del riesgo como requerimiento: los AMFES están en auge.
El análisis del riesgo es una herramienta tradicional en el área de calidad, y como casi siempre, es la industria militar la que desarrolla en los años 40 la metodología. Posteriormente, los programas espaciales incorporan el método para garantizar salubridad alimentaria de los astronautas, el inicio del APPCC.
Sin embargo, su popularidad se dispara en los años 70: es necesario un desafortunado diseño de la posición del depósito de combustible en el Ford Pinto, para que Ford decida aplicar la herramienta en todos sus proyectos.
Detrás, fue el resto de la industria automovilística y poco a poco, el resto de los sectores.
Los Amfes son herramientas muy sencillas e intuitivas, que evalúan los riesgos del diseño de productos, procesos o máquinas. Se suele puntuar de 0 a 10 tres criterios, la gravedad, la ocurrencia y la detección de cada uno de los posibles modos de fallo. El producto de estos valores nos da un número llamado el NPR, número de prioridad del riesgo. Cuanto más alto sea el valor más riesgo se tiene.
En realidad, se trata de sistematizar el proceso mental del diseño. De forma intuitiva, la mente piensa en cómo pueden fallar las cosas y el conocimiento pone los medios para evitarlo. El ser humano suele ser excepcional en la primera parte. La segunda se aprende.
El objetivo es diseñar con mínimo riesgo, por lo que cuando se detectan valores altos es necesario variar el diseño para reducir el NPR. Sólo en los casos que el diseño no se puede modificar, el riesgo se minimiza reduciendo la detección, invirtiendo en controles.
El AMFE es la herramienta que optimiza los controles focalizando el esfuerzo en el riesgo. Es la herramienta que contiene el know how del mejor diseño, evoluciona a partir de las mejoras y de los fallos. Los AMFES están vivos.
Se dice que los AMFE han ahorrado millones en las industrias que los aplican y que los proyectos sufren menos iteraciones y por lo tanto menos retrasos.
La orientación se dirige claramente a asegurar el proceso, por ello suelen ir de la mano de otra herramienta que pone la visión del cliente, el QFD, donde se hace un ejercicio de transformar necesidades del cliente en requerimientos técnicos.
Hoy, son muchas las industrias que utilizan estas herramientas de optimización, ya que su utilidad está más que demostrada.